La despoblación mundial 

La disminución de la población mundial, especial e insólitamente como en países como Corea del Sur, señalan una transición demográfica sin precedentes en la historia humana. Con una población de 52 millones de personas, Corea del Sur enfrenta un desplome crítico en su tasa de natalidad, que ha caído en un 88% desde 1960. Según estimaciones, podría reducirse a 12 millones en unas tres décadas.

Este fenómeno, que resulta extremo en el caso surcoreano, refleja una tendencia global hacia la despoblación, como advierte el demógrafo Nicholas Eberstadt, quien destaca que por primera vez desde la peste negra en el siglo XIV, la población mundial podría contraerse de forma indefinida. Este cambio demográfico no solo afecta a las tasas de fertilidad, sino que implica un envejecimiento poblacional acelerado y desafíos geoestratégicos que reconfigurarán las dinámicas sociales, económicas y políticas del mundo, tal y como lo destaca El Cato. Ver.

Al respecto, destacamos los siguientes aspectos:

  1. El caso extremo de Corea del Sur. Este país ejemplifica un preocupante desplome acelerado en la tasa de natalidad, con estimaciones que predicen una reducción drástica de su población en unas pocas décadas.  
  2. La despoblación global y su impacto geopolítico. Un cuarto del mundo ya enfrenta despoblación, tanto países ricos como pobres ya se ven afectados, lo que implica desde ya retos para los sistemas de pensiones públicas, la deuda pública y los sistemas de salud pública, especialmente ante el envejecimiento, que invierte irremediablemente la pirámide poblacional. 
  3. La paradoja de la fertilidad y el desarrollo. A diferencio de lo esperado, muchos países han reducido su tasa de natalidad sin alcanzar niveles de desarrollo altos, creando un contexto donde poblaciones envejecen antes de volverse ricas.  

La despoblación y el envejecimiento global plantean una nueva realidad parte ra la humanidad, marcada por un desbalance generacional y grandes desafíos. Este fenómeno pone en jaque los modelos actuales de desarrollo, obligando a los gobiernos y las sociedades a buscar soluciones innovadoras sinergicamente, a través de los modelos de gobernanza y alianza. 

La reconfiguración de las políticas públicas y el impulso a nuevas dinámicas serán esenciales para adaptarse a un mundo donde los jóvenes serán una minoría y los sistemas tradicionales de soporte económico, como las pensiones, se enfrentarán a una profunda crisis. Este escenario, evidencia cuán crucial es reflexionar sobre cómo equilibrar el progreso tecnológico y económico con las necesidades de una humanidad en una constante transformación, muchas de ellas impulsadas por el poder configurador del Estado.

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