Ucrania: Navidad, dignidad y guerra

The Economist publicó esta semana un duro reportaje respecto a las difíciles circunstancias que viven en Ucrania por culpa de una guerra desatada por un ególatra al que no le basta destruir las vidas de sus conciudadanos. También precisa arruinar el proyecto de vida de los ucranianos.

A pesar de esto los ucranianos no solo piensan mantener el espíritu de una nación viva. También piensan celebrar la navidad con lo poco que tienen. Esto es un ejemplo de lo que significan estas fechas; hermandad y unión, pese a cualquier circunstancia.

Además nos deja una lección mucho más importante y un reto que parece no haberse comprendido del todo. Los derechos humanos son aquellos destinados a proteger la dignidad de la persona a partir de la libertad que se le reconoce. Todo ello surge a partir de las atrocidades que se cometieron en la Segunda Guerra Mundial y cuando los individuos comenzaron a ser titulares de derechos subjetivos.

La dignidad no es un fin en sí mismo, pues ella está dirigida a permitir el libre desarrollo de la personalidad y la individualidad del ciudadano como seres únicos. Además suponen una subordinación del Poder Político al derecho, sus principios y que su actividad supone que el individuo es y tiene que ser el eje central del sistema político, de ahí que éste carecerá de legitimación y sentido cuando no se permita que cada persona sea capaz de desarrollar libremente su proyecto de vida.

Los derechos humanos se hacen y deshacen ante nuestros ojos. Hoy tenemos la dura labor de impulsar a la gente a reflexionar sobre estas ideas para detener, de una vez por todas, el colectivismo totalitario que está disfrazado de un Estado solidario. No es necesario que medie una guerra para entender que el individuo, su dignidad y sus derechos están por encima de todo y el Poder Político solo debe estar articulado para resguardar la libertad y la posibilidad de que cada quien desarrolle su ser atendiendo a sus capacidades y posibilidades.

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